Despertó completamente sola e incontenida en una casa construída con sus propias manos; se encontró donde temía terminar, insatisfecha.
Observó la habitación antigua y los cientos de puertas que la rodeaban. Inmóvil, trató de alcanzar un pedazo de techo y no sintió más el suelo; su alrededor estaba a punto de desplomarse sobre ella.
La rodeó la vulerabilidad. Y cayó nuevamente a la realidad, temerosa al fin, para retroceder un paso.
Porque no hubo mano que la sostuviera, que la ayudara a construir con ladrillos firmes, que la comprendiera; ya nadie la busca y debe enfrentar su miedo por sí misma.
sábado, 6 de septiembre de 2008
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