Hace unos días, escribí esto~.
Y hoy me alejo de ahí; aunque no por estar mejor, ni peor. Es que, llegada a un estado de autocrítica en que pierdo certezas, se mueve el piso sobre el que estoy parada, se parte bajo mis pies y desaparece la gravedad; ya no hay cielo, no más infierno para mí... mucho menos un destino; no me choco con ninguna pared, como tampoco alcanzo ninguna puerta.
Creo ya no estar pensando por haber sido arrastrada por los sentimientos; pero ¿no es que, en realidad, dejé de sentir y me enredé en los pensamientos? Nada me motiva ni me mueve.
Pero finalmente, dentro de la confusión y el propio enfrentamiento, exponiendo la ignorancia, aferrándome de palabras que vuelan, me descubro en dos: cada vez más cerca del infierno, inconsciente; cada vez más cerca del cielo, consciente. Se define lo que no sé, y empiezo a saber; la crisis ayuda a la reflexión interior... y es hora de salir.
Entonces me encuentro con lo que hasta ahora elegí, y busco compartirlo con quienes quiero. Y me responden.
Por eso les agradezco. Por ser quienes, siendo sí mismos, con un pedacito de cada uno, son los que hacen que me cuestione todo sobre mí, que, entregándome vulnerable, logro vivir; que observando, sufriendo, compartiendo, sonriendo, cantando, preguntando... aprendo, crezco, sigo. Me detengo, retrocedo y sigo.
Muero un día, renazco al siguiente; soy una nueva vida... desde una nueva muerte.
Morí algún día y no volví a renacer. Pero ya siento los rezos llamando a mi nombre.
martes, 23 de septiembre de 2008
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