Ella contestó: - Nadie nació sabiendo.
Y él agregó: - Sería todo muy aburrido sino.
Entonces ella miró hacia el suelo, se levantó de un salto y se dirigió al baño apresuradamente. Cerró la puerta sin medir la fuerza y se miró al espejo; su corazón latía a mil, su mejillas se habían sonrojado exageradamente. Se refrescó y respiró profundo: Estaba enamorada.
lunes, 11 de mayo de 2009
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