miércoles, 11 de junio de 2008

Encuentro ·

Entré en el subte empujada por el viento de mi prisa, apretando el cuerpo para no quedar fuera y, a cada intento, más pegada a la gente... y te decubrí mirándome; tus ojos transparentes me inundaron de sensaciones tanto como el pelo largo y sucio, la barba, el cuerpo flaco y consumido debajo de esa ropa hippie que no lograban opacar la profunda mirada... esa que me hacía creer que no había nadie más ahí, nadie estorbando el encuentro, y mi sonrisa después.
Tu guitarra sonó entre medio del murmullo y una discusión, y cantaste Confesiones de invierno acariciando las cuerdas con dedos duros que querían escapar de tu mano ya blanca por el frío; yo permanecía contemplando el espectáculo y, de un verso a otro, me regalabas otra mirada, de un acorde a otro, te devolvía una nueva sonrisa.
Temí pasar mi destino, pero no quería partir y abandonar esta emoción...
Le dedicaste Y si amanece por fin, de Joaquín Sabina, a alguna mujer que tendrías guardada bajo la campera o en el reloj; y suspiré, antes de que termines y critiques a los conflictivos -que no habían callado- y a la TV, escupiendo a las noticias absurdas y promoviendo la paz. Entonces, quienes no recibían tu mensaje, te aplaudieron y yo no moví un músculo ni volví a mirarte; y te fuiste recolectando monedas que tenía contadas y nunca te di.
Bajé; ya no te encontré...


~ Confesiones de invierno
~ Y si amanece por fin

Choque de opuestos ·

Y salir del agua hirviendo con el cuerpo tan caliente que no se entera de la helada brisa que lo recorre a partir de entonces.

Me presto atención y sigo ·

No sé qué quiero decir, no sé si hay algo que quiera decir siquiera, sólo sé que quiero decir algo; quiero que haya algo o, simplemente, expresar este vacío. Pero, de cualquier forma, dejar la tinta correr y plasmarse en el tiempo dejando una huella para ser recordada en algún momento.
Me dejo llevar. Pero no tomo, cegada, la mano de un desconocido; con los ojos abiertos, tomo mi corazón y lo dejo ser mi brújula, consciente de cada paso -tal vez, demasiado-... demasiado consciente de mi inconsciencia, la que me guía a esta hora; porque no sé lo que quiero, pero lo voy descubriendo en el camino.