domingo, 22 de junio de 2008

Compañeras ·













Tal vez, el quererlas tanto tanto es lo que hace que me aleje a veces. Me adentro en cada una y las abrazo desde ahí, sin salir, atrapada en su interior, olvidándome de mí... para soltarlas después y reecontrarme con el espiral de preguntas y respuestas que me mantiene al margen del rompecabezas, confundida, perdida, y tan presente en todo que ni siquiera estoy; y las descubro, las adopto, las comprendo tanto que no aguanto y me agarro la cabeza... me ahogo en cada una cuando beben algún elixir barato sin verme ahí dentro, gritando. Y ya no sé ni por qué grito, no sé por qué pretendo y espero si ustedes ya son ustedes y por eso es que las quiero tanto...
Tal vez, quererlas tanto tanto es lo que hace que las odie así. No las abrazo porque toda palabra suya me hiere, me acuchilla, me desangra si no digo lo que causan en mí; y es este amor que me hace llorar ya sin importarme si es por alegría o tristeza, que me da vida y la tomo con uñas y dientes... y eso es lo que les digo, que no me quiero alejar porque las extraño, porque no soy yo sin ustedes, porque las elegí y las sigo eligiendo, porque son parte de mí cuando digo que las adoro y las desprecio como al más fino diamante que produce disputas, porque son lo mejor que tengo e incluyo el dolor; el dolor que no existe sin este afán de tenerlas cerca y mirarlas de lejos, el dolor que no es sin el amor que siento y me derrumba cuando no hay devolución... pero que ya estoy aprendiendo a aceptar porque dije que no me quiero alejar y no quiero, porque no tengo por qué reclamar sino agradecer si algo me dan; y es así, necesito de su compañía como necesito que podamos caminar senderos y construir puentes entre ellos, necesito que ustedes me abracen ahora.