martes, 18 de noviembre de 2008

(Rayuela)

" Era insensato querer explicarle algo a la Maga. Fauconier tenía razón, para gentes como ella el misterio empezaba precisamente con la explicación. La Maga oía hablar de inmanencia y trascendencia y abría unos ojos preciosos que le cortaban la metafísica a Gregorovius. Al final llegaba a convencerse de que había comprendido el Zen, y suspiraba fatigada. Solamente Oliveira se daba cuenta de que la Maga se asomaba a cada rato a esas grandes terrazas sin tiempo que todos ellos buscaban dialécticamente.
-No aprendas datos idiotas -le aconsejaba-. Por qué te vas a poner anteojos si no los necesitas.
"